domingo, 26 de mayo de 2013

COSTA AMALFITANA Y SORRENTO

COSTA AMALFITANA

Probablemente una de las zonas turísticas más famosas de Italia, con sus pueblos marineros colgados en acantilados y rodeados de plantaciones de limoneros y olivos, merece una escapada sin lugar a dudas.


La tortuosa carretera, por llamarla de alguna manera, que bordea los 40-50 km de costa hay que tomarla con calma y disfrutar del paisaje, ya que es imposible avanzar sin cruzarte con otro vehículo en sentido contrario o enlazar dos o tres curvas seguidas, de esas que ponen a prueba la pericia del conductor. En más de una ocasión es necesario pararse completamente y respetar tu turno de paso.


Comenzando desde el sur, la carretera nos lleva por pequeños puertos marineros como Maiori o Minori, con pintorescas playas y un excesivo aumento de la hosteleria, lo que le resta quizás el encanto que tienen otros pueblos de la zona.



Los rincones y paisajes que se pueden admirar desde los numerosos puntos de stop que se distribuyen a ambos lados de la carretera son espectaculares.


Uno de los pueblos más famosos y bastante exclusivo de esta zona es Ravello, que esta enclavado en lo alto de la montaña y tiene unos admirables miradores desde donde se puede controlar gran cantidad de este litoral, con vistas de la zona realmente memorables , con sus pueblecitos colgados de las montañas.


Se llega a través de una escarpada carretera que se toma a la entrada de Amalfi y escala la montaña.



La catedral se encuentra en Piazza Duomo. El edificio se construyó en el año 1086 y ha sido remodelado en varias ocasiones. La puerta central de bronce se incorporó en el 1179 y su fachada en los años 1500s. En la última parte del siglo XX, el interior de la catedral sufrió una serie de modificaciones donde se trató de conservar el estilo con el cual ésta había sido originalmente construida. No hay que perderse el fabuloso púlpito ubicado entre columnas de mármol con leones en su base y mosaicos con figuras de animales. El piso va en pendiente hacia la Piazza Duomo. También hay un museo debajo de la catedral, donde se exhiben piezas relacionadas con la religión.






Villa Rufolo (1270), fue construida por Nicola Rufolo, adinerado comerciante de Ravello, en el borde de un acantilado sobre la costa. Cada año recibe numerosos visitantes en busca de sus renombradas vistas y la belleza de sus jardines y edificios. La villa es mencionada por Giovanni Boccaccio en el Decamerón, y es el lugar que sirvió de inspiración a Richard Wagner para el diseño de los escenarios de su ópera Parsifal, de 1880.
La villa ha servido históricamente como lugar de retiro de artistas, músicos y escritores como por ejemplo: Richard Wagner, M.C. Escher, Giovanni Boccaccio, Virginia Woolf, Gore Vidal, Greta Garbo y Sara Teasdale.







Villa Cimbrone, famosa por la "Terraza del infinito", balcón sobre un acantilado con vistas inigualables sobre la costa amalfitana y el Golfo de Salerno






Bajando de nuevo por la misma estrecha carretera, volvemos a Amalfi, capital de esta región a la que da nombre. Amalfi fue una potencia naval y militar entre los siglos IX y XIII, haciendo competencia directa con Génova o Venecia.


El puerto es el centro de distribución de todos los visitantes que llegamos a la ciudad. Presenta un tráfico denso para las estrechas calles y es la zona de aparcamientos y donde se pueden coger los ferrys a las islas o de vuelta a Napoles y Sorrento.



Desde allí, a escasos cien metros llegamos a la plaza del Duomo. La Catedral está situada en lo alto de una escalinata donde se sientan los turistas a degustar un gelato o comer uno de las múltiples especialidades reposteras de la ciudad, plagada de pastelerías.


El Duomo o Catedral de San Andrés, se inició  su construcción en el siglo X y es de estilo románico-normando-musulman, aunque con toques góticos, barrocos, otomanos, etc..





Amalfi, que está encajada en la garganta entre dos montes, es un laberinto de calles y callejuelas estrechas y empinadas, que se encaraman en las laderas de la misma, calles repletas de comercios turísticos y hospedajes de todos los niveles ( bueno, normalmente caros).







Siguiendo la carretera y tras cientos de curvas, llegamos a Positano, otras de las joyas de la región. Ocupa como los demás pueblos, la ladera de los acantilados aprovechando al máximo el espacio construido y tiene una vista espectacular desde la zona superior del pueblo.



La única carretera es unidireccional y circunvala el centro de la villa organizando al milímetro todas las casas, restaurantes y hoteles que se apiñan en este lugar, con un ambiente bastante animado.


También es posible el camino desde la cima hasta el puerto a través de las callejuelas y los cientos de escaleras, pero es recomendable ir con tiempo y buena forma física. Realmente agotador.


Como límite de esta costa y dando paso al golfo de Nápoles, llegamos a Sorrento. También es posible llegar desde Nápoles cogiendo el tren circunvesuviano, ya que es el final de la línea que va a Pompeya.


Es una ciudad acomodada y de ambiente elegante, con cafés y hoteles de lujo un tanto vintage, pero con unas vistas y una atención impecable. Esta zona era frecuentemente visitada por divos como Pavarotti o Enrico Caruso.




Dice la leyenda que el nombre de Sorrento deriva de las míticas sirenas, que eran mitad mujeres y mitad peces, que forzaban a los navegantes a naufragar contra sus rocas.




Según el historiador latino Diodoro Sículo, Sorrento fue fundada por Líparo, hijo de Ausonio, quien fue rey de los ausones, cuyo reino se llamaba Ausonia y el hijo de Odiseo y Circe.





Es el centro neurálgico de la producción del limoncello, delicioso licor de limón fabricado con los frutos de los miles de limoneros que se plantan en lps huertos situados sobre terrazas de toda esta costa italiana. El tamaño y olor de estos limones llega a ser realmente espectacular.


Son realmete espectaculares, por su situación, las ruinas de un antiguo molino, aún visibles en el fondo de un valle profundo detrás de la Piazza Tasso, en funcionamiento a principios del '900, con la fuerza del agua proveniente de colinas para moler el grano y el poder de un aserradero, junto a la fábrica.





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