POMPEYA
"Poco después la nube descendió y cubrió el mar. Miré
hacia atrás: una densa nube negra se elevaba a nuestras espaldas, esparciéndose
sobre la tierra como una inundación. Cayó la oscuridad completa, no aquella de
una noche oscura o sin luna, sino tal como si se hubiese apagado la lámpara
dentro de una habitación cerrada. Se podían escuchar los alaridos de las
mujeres, el llanto de los infantes y los gritos de los hombres... y había
aquellos que rezaban pidiendo la muerte dentro de su terror de morir. Muchos
buscaron la ayuda de los dioses, pero aún más imaginaban que no existían ya
dioses y que el universo caía en picado para sumirse en una oscuridad eterna
hasta el fin de los tiempos. "
Plinio el Joven describe así en sus Cartas (VI, 20) los
acontecimientos del 24 de agosto del 79 de nuestra era, cuando una violenta
erupción arrasa el valle del Vesubio destruyendo todo lo que encuentra a su
paso.
El tiempo se detuvo en la bulliciosa Pompeya aquel fatídico
24 de agosto del año 79 de nuestra era, cuando las cenizas y la lava del
Vesubio la sepultaron para siempre. ¿Para siempre?
Fue enterrada por la violenta erupción del Vesubio el 24 de
agosto del año 79 d. C. Gruesas capas de ceniza cubrieron dos ciudades situadas en
la base de la montaña, y sus nombres y localizaciones fueron olvidados.
Herculano fue redescubierta en 1738, y Pompeya en 1748.
Intervino como patrono y visitante frecuente de los
trabajos, el Rey Carlos VII de Nápoles, mucho más conocido como Carlos III de
España entre 1759 y 1788.
Desde entonces, ambas villas han sido excavadas revelando
numerosos edificios intactos, así como pinturas murales. Realmente el
descubrimiento tuvo lugar en el año 1550, cuando el arquitecto Fontana estaba
excavando un nuevo curso para el río Sarno. Pero hubo que esperar 150 años
antes de que se iniciara una campaña para desenterrar las ciudades. Hasta esa
fecha, se asumía que Pompeya y Herculano se habían perdido para siempre.
El foro, los baños, muchas casas y algunas villas
permanecieron en un sorprendente buen estado de conservación.
La fecha tradicional para la erupción que aparece en el
relato de Plinio el Joven es el 24 de agosto de 79. Sin embargo, esta fecha
puede deberse a un error de transcripción durante la Edad Media, como se extrae
de otras versiones de las cartas. Por tanto, algunos expertos opinan que en
realidad tuvo lugar en otoño o invierno, dada la gran cantidad de frutos
otoñales hallados entre las ruinas y el hallazgo de una moneda cuya fecha de
acuñación más temprana no debió ser anterior a septiembre de 79.6 De hecho,
algunas excavaciones sugieren que ya había acabado la vendimia.
El año 59 se produjeron serios disturbios en el anfiteatro
de la ciudad entre los pompeyanos y unos visitantes de Nuceria, que tuvieron
como resultado diversos muertos y heridos. El enfrentamiento fue de tal
magnitud que llegó a oídos del emperador Nerón, que prohibió las exhibiciones de
gladiadores durante 10 años.
Aunque la ciudad de Pompeya se ha conservado en un estado
envidiable bajo la capa de cenizas, hay que tener en cuenta que durante la erupción
los edificios vivieron un fenómeno muy parecido a un bombardeo, motivo por el
cual la mayoría de los tejados se vinieron abajo y muchas edificaciones grandes
se hallaron gravemente arruinadas.
Durante las excavaciones, ocasionalmente eran
hallados huecos en la ceniza que habían contenido restos humanos. En 1860, el
arqueólogo italiano Giuseppe Fiorelli sugirió rellenar estos huecos con yeso,
obteniendo así moldes que mostraban con gran precisión el último momento de la
vida de los ciudadanos que no pudieron escapar a la erupción.
El número actual de víctimas detectadas es de unas 2.000, y
es de esperar que aparezcan muchas más en las partes de la ciudad que todavía
no han sido excavadas.
La ciudad ofrece un cuadro de la vida romana
durante el siglo I. El momento inmortalizado por la erupción evidencia
literalmente hasta el mínimo detalle de la vida cotidiana. Por ejemplo, en el
suelo de una de las casas (la de Sirico), una famosa inscripción Salve, lucrum
("Bienvenido, dinero"), quizás con intención humorística, nos muestra
una sociedad comercial perteneciente a dos socios, Sirico y Numiano (aunque
este último bien podría ser un apodo, ya que numus significa moneda).
En otras casas abundan los detalles sobre diversos
oficios, como los trabajadores de la lavandería (fullones). Así mismo, las
pintadas grabadas en las paredes son muestras del latín empleado en la calle.
Los perros guardianes siguen encadenados a las paredes de
las casas de sus amos, al igual que los gladiadores del anfiteatro (en este
último caso, acompañados de una misteriosa mujer cargada con todas sus joyas de
gala).
Pompeya se ha convertido en un destino turístico popular de
Italia. Actualmente es parte del Parque nacional del Vesubio, más amplio, y fue
declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1997. Las «zonas
arqueológicas de Pompeya, Herculano y Torre Annunziata» se registraron con el
código conjunto de 829 y las siguientes localizaciones, todas ellas en la
provincia de Nápoles, región de Campania.
Sin embargo, no hay que pensar que la ciudad que se
excava en la actualidad quedó congelada en el momento de la erupción. La
población de Pompeya se calcula entre las 6.500 a las 30.000 personas, mientras
que sólo se han encontrado unos 2.000 cadáveres.
Además, muchos de los edificios están extrañamente
vacíos, lo que hace pensar que gran parte de la población habría huido ya
durante los terremotos que precedieron a la erupción (recordando, quizás, el
gran terremoto del año 62) y se habrían llevado con ellos una parte de sus
objetos de valor.
Se explican así, además, algunos de los tesoros que
se han hallado en la ciudad, ya que los ciudadanos que huyeron los escondieron
para recuperarlos cuando los problemas pasaran.
En algunos de ellos la expresión de terror es
claramente visible. Otros se afanan en tapar su boca o la de sus seres queridos
con pañuelos o vestidos tratando de no inhalar los gases tóxicos, y alguno se
aferra con fuerza a sus joyas y ahorros. Tampoco falta quien prefirió ahorrarse
el tormento quitándose la vida, conservándose su cuerpo junto a pequeñas
botellitas que contenían veneno.
La ciudad estaba situada en una zona donde abundaban las
villas vacacionales, y contaba con numerosos servicios: el macellum (gran
mercado de alimentos), el pistrinum (molino), los thermopolia (una especie de
taberna que servía bebidas frías y calientes), las cauponae (pequeños
restaurantes) y un anfiteatro.
El lupanar es centro de las visitas guiadas de la ciudad, y a pesar de no ser muy grande, poseia una gran cantidad de mosaicos y pinturas sexuales explícitas que se pueden contemplar en el Museo de Nápoles.
La villa del fauno es una de las más famosas de la ciudad. Se llama así por la pequeña estatua de bronce que se encuentra en el patio ( la original está en el Museo arqueológico de Nápoles ).
En ella se encontró el famoso mosaico de Alejandro Magno contra el rey Dario I en la batalla de Issos ( el original también está en el museo napolitano ), y es centro de peregrinaje de todos los grupos organizados de turistas, por lo que es difícil de ver con tranquilidad.
El trazado de la muralla ya estaba definido en el siglo VI
a.C. y probablemente también el de las principales calles, aunque incluso en el
año 79 permanecían en la ciudad, especialmente en el sector oriental, numerosos
descampados y cultivos, que muestran que el espacio intramuros nunca estuvo muy
densamente poblado.
Pompeya es la única ciudad antigua de la que se
conoce de forma precisa su estructura topográfica, sin modificaciones
posteriores. No estaba distribuida en un plano regular como solía ocurrir con
las ciudades romanas, debido a la irregularidad del terreno. Pero sus calles
eran rectas y formaban una rejilla al más puro estilo romano, con su cardo y
dos decumanos.
El Museo Arqueológico de Nápoles es imprescindible para completar la visita a estos emplazamientos arqueológicos. Situado al final de la via Toledo, está ubicado en una antiguo palacio enfrente de las galerías Comune di Napoli.
Se exponen todos los mosaicos, pinturas, mármoles y objetos de las excavaciones arqueológicas de la zona, así como otras colecciones como la Farnese, egipcias, etc..
Tiene una zona muy interesante dedicada a mosaicos, pinturas y objetos/esculturas de temática erótica ( incluso pornográfica ), localizados en los lupanares de las ciudades enterradas.
HERCULANO
Hoy en ruinas, en su día fue más pequeña pero más rica que
Pompeya. Es conocida por haberse conservado, como Pompeya, al haber sido
enterrada en las cenizas de la erupción del Vesubio, el 24 de agosto del año
79. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, junto con Pompeya y
otros yacimientos arqueológicos de la zona, en 1997.
Incluso mejor conservada que Pompeya, la visita es más corta y cómoda, ya que no suele haber las aglomeraciones de gente de su hermana más famosa.
Pueden verse casas conservadas en toda su altitud ( 2 y 3 pisos ), y con enseres en su interior, incluso de madera, algo bastante inusual.
Las termas masculinas y femeninas, tabernas, panaderias, villas particulares, pueden vistarse casi en su totalidad, no como en Pompeya donde sólo es posible vistar la tercera parte de sus edificios, debido a los trabajos de reconstrucción y rehabilitación que se levan a cabo en su interior.
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