MONT SAINT-MICHEL
El Monte Saint-Michel se alza en el centro de una inmensa bahía bañada por las mayores mareas de Europa. En el límite entre Normandía y Bretaña, entre Cancale y Granville, la bahía del Monte Saint-Michel, con una superficie aproximada de 500 km2, es la mayor superficie francesa de prados salados y de pólders.
Las mareas espectaculares de la bahía (hasta 14,50 metros de altura, 2 veces al día) contribuyeron mucho a hacer del monte una fortaleza inexpugnable. Durante siglos únicamente era accesible por vía terrestre en los momentos de marea baja, y por vía marítima cuando la marea era alta. Actualmente se puede acceder a la abadía en todo momento gracias a la carretera que lleva a los pies de la roca.
El Monte Saint-Michel se alza en el centro de una inmensa bahía bañada por las mayores mareas de Europa. En el límite entre Normandía y Bretaña, entre Cancale y Granville, la bahía del Monte Saint-Michel, con una superficie aproximada de 500 km2, es la mayor superficie francesa de prados salados y de pólders.
A petición del arcángel Miguel, «jefe de los ejércitos de Dios», Aubert, obispo de Avranches, construyó una iglesia que dedicó al arcángel el 16 de octubre de 709. En el año 966, por solicitud del duque de Normandía, se instaló en la isla una comunidad de benedictinos. Antes del año 1000 se erigió la iglesia pre-románica. En el siglo XI, se construyó la abadía románica sobre un conjunto de criptas, en la cima del peñasco al tiempo que los primeros edificios conventuales conquistaban la pared norte. En el siglo XII, los edificios conventuales románicos se expandieron en el oeste y en el sur.
Posteriormente, en el siglo XIII, el rey Felipe
Augusto, tras conquistar Normandía, dio una buena cantidad de dinero que
permitió levantar el conjunto gótico del Monte Saint-Michel, la «Maravilla»:
dos edificios de tres pisos coronados por el claustro y el refectorio, donde residían
los monjes. En los siglos XIV y XV, la guerra de los Cien años hizo necesaria
la protección de la abadía mediante un conjunto de construcciones militares que
le permitieron resistir a un sitio que duró más de treinta años.
En la ladera sur del peñasco, protegido por unas
murallas erigidas entre los siglos XII y XV, el pueblo cuenta con gran número
de edificios clasificados como monumentos históricos, pequeños museos locales y
comercios turísticos. Los visitantes pueden seguir el adarve, salpicado de
pequeños jardines protegidos y admirar desde ahí las magníficas vistas del
litoral.
El coro románico de la abadía se desplomó en 1421 y
fue remplazado por un coro gótico flamígero a finales de la Edad Media. La
abadía benedictina, experimentó modificaciones continuas hasta el siglo XVIII,
lo que le permite materializar a la perfección los estilos carolingio, románico,
gótico flamígero y clásico.
Desde 1897, en la cúspide de la iglesia, una estatua de
bronce dorado, que representa al santo epónimo venciendo al dragón, se alza a
170 metros por encima del mar. Es obra de un escultor francés, Emmanuel
Fremiet, añadida durante las primeras obras importantes de restauración de
finales del siglo XIX.
Durante la Revolución francesa y el Imperio napoleónico,
este conjunto arquitectónico fue utilizado como prisión. Pero, desde su
clasificación como monumento histórico, fue objeto de una política de
restauración continua.
Las mareas espectaculares de la bahía (hasta 14,50 metros de altura, 2 veces al día) contribuyeron mucho a hacer del monte una fortaleza inexpugnable. Durante siglos únicamente era accesible por vía terrestre en los momentos de marea baja, y por vía marítima cuando la marea era alta. Actualmente se puede acceder a la abadía en todo momento gracias a la carretera que lleva a los pies de la roca.
Las mareas de la bahía del Monte Saint-Michel
impresionan y no sin motivo: con una amplitud de cerca de trece metros los días
de mayor coeficiente, el mar se retira a gran velocidad en una decena de
kilómetros pero regresa con la misma velocidad. La expresión francesa que lo
define es «qu'elle revient à la vitesse d'un cheval au galop» (vuelve a la
velocidad de un cabello al galope).
A día de hoy, el Monte Saint-Michel sólo queda rodeado por
las aguas en las grandes mareas de equinoccio, es decir, cincuenta y tres días
cada año, tan solo durante unas horas. Para devolverle su estado original, en
2005 comenzaron importantes obras de rehabilitación de la bahía (nueva presa en
el Couesnon, obras de desarenado y eliminación del dique carretera y del
aparcamiento) que permitirán, para 2015, que ¡el Monte Saint-Michel vuelva a
ser una isla!
Declarado monumento histórico en 1862, el monte Saint-Michel
figura desde 1979 en la lista del patrimonio de la humanidad de la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por
sus siglas en inglés).
En la declaración de la Unesco están incluidos también la
bahía y el antiguo molino de Moidrey, situado a unos cuatro kilómetros tierra
adentro
La arquitectura prodigiosa del monte Saint-Michel y su bahía
lo hacen el sitio turístico más concurrido de Normandía y uno de los primeros
de Francia, con unos 3,2 millones de visitantes cada año.
Los numerosos edificios del lugar están individualmente
clasificados como monumentos históricos (la iglesia parroquial desde 1909, por
ejemplo) o inscritos en el inventario suplementario de los monumentos
históricos. El conjunto está declarado como un gran sitio de Francia (grand
site de France).
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