A propósito de estas fechas, no por lo religioso, sino por el inicio de la primavera, visitamos la Sierra de Francia y el Valle del Jerte, para contemplar la eclosión del mar de cerezos que despiertan en este momento para ofrecer un espectáculo natural digno de ver.
La Sierra de Francia ha sido declarada en 2007 Reserva de la
Biosfera por la UNESCO. Situada al suroeste de la provincia de Salamanca, cerca de la Sierra de Bejar, mezcla la variada diversidad de su naturaleza, sus pueblos declarados conjunto- histórico, su gastronomía y sus posibilidades para el turismo activo.
La Alberca, Miranda del Castañar, Mogarraz, San Martín del
Castañar y Sequeros están declarados conjuntos histórico-artísticos por su
arquitectura.
Hay otros pueblos que, aunque no tienen esta calificación,
también conservan la típica arquitectura serrana. Son Cepeda, Herguijuela de la
Sierra, Las Casas del Conde, Madroñal, Monforte de la Sierra, Sotoserrano y
Villanueva del Conde.
Los pueblos presentan una valiosa arquitectura popular,
sirviendo de singular escenario a fiestas, costumbres y tradiciones ancestrales
de gran riqueza y plasticidad.
Un medio natural montañoso, nutrido de valles cubiertos de
bosques y recorridos por numerosas corrientes fluviales, favorece la elevada
calidad medioambiental de la comarca que le ha valido su protección como
Espacio Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia.
La fachada de la típica casa serrana presenta sillares de
granito en la planta baja y largas tramoneras en las plantas superiores. Este
es el elemento más característico de las construcciones de la Sierra de
Francia. Son una estructura o conjunto de vigas de madera entre las que se colocan
sillarejo, adobe o tapial.
No nos equivocaremos al afirmar que se encuentra el viajero
en uno de los lugares más renombrados y de mayor tradición turística de toda
Salamanca.
La mayoría de nuestros pueblos esconden atractivos que
justifican sobradamente su inclusión en el cuaderno de viaje. Conjuntos
históricos, arquitecturas religiosas, civiles y militares y un sinnúmero de
obras de arte se unen a una rica cultura popular repleta de ritos y tradiciones
patentes en costumbres y quehaceres cotidianos y en celebraciones festivas.
Entre las estribaciones de la Sierra de Gredos y la ciudad
de Plasencia se encuentra la comarca septentrional de "El Valle del
Jerte", por la cual fluye el río Jerte, afluente del río Tajo. Enclavado
entre los montes de Tras la Sierra y la Sierra de Tormantos.
Desde lo alto del puerto de Tornavacas, discurre una sinuosa carretera que va descenciendo hasta los pueblos de este valle entre millones ( bueno miles ) de cerezos que están "nevados" a estas alturas del año, despertando del invierno, hasta teñirse de rojo en el mes de junio.
Esta es una ruta totalmente recomendable para realizar en cuanto los cerezos están en flor. El paisaje se tiñe de blanco y la espectacularidad de los campos es indescriptible.
El Valle del Jerte ha sido históricamente el paso natural de Extremadura a Castilla. Tierras de trashumancia, todavía se emplea el Camino Real para conducir al ganado en su viaje a los pastos de verano.
Los árboles están llenos de abejas que saltan de rama en rama realizando la polinización, aunque los apicultores se quejan de que la tierra no está lo suficientemente húmeda y ralentiza el trabajo de los insectos.
Merece la pena perderse entre los campos de cerezos para pasear y observar los distintos grados de floración que tienen los árboles, cuyas ramasprometen grandes racimos rojos en breve.
Espectaculo natural digno de ver alguna vez, no hace falta irse a Japón a celebrar Sakura, producto nacional.
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