sábado, 7 de diciembre de 2013

TURQUIA III - EFESO

TURQUIA III
ÉFESO


Aunque su bahía se anegó y hoy queda retirada unos pocos kilómetros tierra adentro, Éfeso fue un puerto clave del Mediterráneo Oriental. Sus mercados fueron de los mejor surtidos del mundo clásico, y la ciudad alcanzó un brillo que todavía se deja adivinar caminando entre sus ruinas. 





Éfeso había sido una de las doce ciudades de la Dodecápolis jónica, una alianza de villas de la hoy turca costa de Anatolia y algunas islas vecinas. Sin embargo, fue tras la conquista romana cuando la ciudad se convirtió en una de las más grandes y resplandecientes del Imperio, oficiando no sólo como un centro comercial de primera sino, también, como un foco cultural, político y religioso.







Éfeso fue la primera ciudad del mundo en la que se iluminaron las calles de noche, en ella se conserva la publicidad más antigua que se conoce, y los 24.000 espectadores que podía acoger el más grande de sus dos teatros dan una idea del tamaño que alcanzó en sus días de gloria.


Desde la entrada al recinto, sus calles principales van dejando a cada lado un fabuloso entramado a través del cual ir reconstruyendo, como en un puzzle, lo que era el día a día de una pujante ciudad romana. Junto a la Puerta Magnesia, levantada por el emperador Vespasiano, van asomando el Gimnasio del Este y las Termas de Vario, con sus paredes y bóvedas aún en pie y un inteligentísimo sistema de cañerías. Enseguida, el Odeón y el Ágora Superior, donde debatían sus senadores; los templos de Domiciano y Adriano o lo que quedó del Pritaneo, el antiguo ayuntamiento, entre cuyas columnas ardía el fuego sagrado que alimentaban sus sacerdotes.



Patria chica del filósofo Heráclito y probable última residencia de la Virgen María, Éfeso fue visitada por Estrabón, Cicerón, Julio César, Cleopatra y Marco Antonio, los emperadores Trajano y Adriano, San Pablo y San Juan, cuya tumba se encuentra en las ruinas de la basílica, junto a la ciudadela bizantina que domina la vecina ciudad de Selçuk.






Originalmente sentaba a 25 000 personas, este teatro fue construido en el periodo Helénico y fue renovado por varios emperadores romanos. Fue diseñado para presentaciones teatrales pero tiempo después, se permitió que hubieran competencias de gladiadores en el lugar. Cuando Pablo fue acusado de atacar a Artemisa y su templo, la multitud se reunió en este teatro (Hch 19:23-41).

También, las Casas de la Ladera, su barrio más noble, y, al final de la vía principal de los Curetos, su monumento más espectacular: la majestuosa fachada de la Biblioteca de Celso. Originalmente construida en los años 115-25 d.C., esta fachada restaurada es lo más destacado de las ruinas de hoy. Se cree que este estilo es común de la forma arquitectural de las bibliotecas romanas. El interior mide 21 X 24 m y albergaba aproximadamente 15 000 rollos de pergamino.Esta biblioteca fue dedicada a Celsus el procónsul de Asia y su sarcófago esta ubicado bajo el ábside.
Y mucho más allá del espectacular Gran Teatro y la iglesia de la Virgen María, pasadas columnatas y mosaicos, restos de fuentes y cimientos, la única columna que sobrevivió del Templo de Artemisa, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, consagrado a esta diosa protectora que no logró salvar a Éfeso de la destrucción, pero que le ha legado al mundo este emocionante testimonio de lo que llegó a ser la ciudad más poderosa de Roma en Asia Menor.


En la ciudad actual de Selçut se puede visitar un interesantísimo Museo del sitio arqueológico, con una colección impresionante de objetos relacionados con el mundo de los gladiadores, así como una sala destinada exclusivamente al Artemisión.







¿El cuerno de la abundancia?







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